Evolución de la población en España

La población española se duplicó entre 1900 y 1975.

 

A partir de 1986 el crecimiento se hace más lento.

 

En 2007 se superaron los 45 millones de habitantes.

 

En 2010 se produce un descenso de la población.

Datos: Instituto Nacional de Estadística

 

 

Durante el siglo XX la población española se multiplicó por 2,16 aproximadamente. Sin embargo el crecimiento interanual no ha sido uniforme, pues mientras que en unas épocas la tasa anual superó el 1% (1960-1981) en otras apenas superó el 0,3% (1981-1991).

Durante todo este siglo, el porcentaje de varones se ha mantenido en torno al 48,5 %, descendiendo por debajo del 48 % únicamente en el censo de 1940 debido a las consecuencias de la Guerra Civil (1936-1939).

La evolución de la población española refleja los acontecimientos históricos por los que ha atravesado el país que han alterado el devenir natural de los fenómenos demográficos. Un análisis pormenorizado de las generaciones permite descubrir las huellas de la epidemia de gripe de 1918, de la guerra de África (1921-1927), de la Guerra Civil que, aparte de la sobremortalidad y reducción de nacimientos común a todo enfrentamiento bélico supuso un éxodo de 300.000 personas, e incluso de la última emigración masiva de españoles (1959-1975) que afectó a más de un millón de personas.

La estructura por edad y sexo que se recoge en las sucesivas pirámides de edades también pone de manifiesto la evolución del comportamiento demográfico de la población española. En efecto, las pirámides de edades de comienzos de siglo muestran un modelo demográfico tradicional caracterizado por unas tasas elevadas tanto de natalidad (aunque ya mostraban una cierta limitación de la fecundidad) como de mortalidad.

Por el contrario, los últimos censos ponen de manifiesto un modelo radicalmente distinto con bajas tasas de natalidad y mortalidad, siendo de destacar la rapidez con que ha disminuido la primera desde 1975, hasta el extremo de haber transformado la imagen de pirámide que tradicionalmente ha representado a la población, hasta adoptar en la actualidad forma de pera. La consecuencia inmediata de este cambio de comportamiento ha sido el envejecimiento de la población actual y su previsible e inevitable acentuación en un futuro próximo.

Un aspecto a tener en cuenta en el estudio de las pirámides de población es el efecto reiterativo que tienen los fenómenos que afectan a las mismas. Así, unas generaciones reducidas por una causa cualquiera (por ejemplo, el descenso de nacimientos que conlleva una guerra) producirán a su vez generaciones menores cuando estas generaciones alcancen la edad de reproducción.

Aparte del interés que tienen para el conocimiento de la población y su evolución, las cifras censales cobran especial importancia como marco de referencia para evaluar al resto de las magnitudes, utilizándose para el cálculo de tasas, coeficientes e indicadores.

De todas formas, la información que aportan los censos sobrepasa el mero aspecto cuantitativo del volumen global de población, pues sus mayores posibilidades de aprovechamiento se derivan de las diferentes variables que recogen, proporcionando su conocimiento y facilitando la elaboración de políticas demográficas, económicas y sociales, así como el control de su realización.