La variación periódica del tamaño
de los átomos fue observada por Lothar Meyer, que determinó
el volumen atómico o volumen molar
como cociente entre la masa de un mol de elemento y su densidad.
Observa que el valor del volumen molar está
relacionado con el volumen del átomo pero no se corresponde exactamente
con éste ya que, entre otros factores, la densidad del elemento
está determinada por su estructura cristalina (incluyendo los
huecos entre átomos).
Los diferentes elementos, al tener sus electrones en
diferentes niveles, presentan volúmenes atómicos variables,
pero también influye la carga nuclear: al aumentar el número
de protones del núcleo, la atracción sobre los electrones
se hace mayor y el volumen tiende a disminuir.
En un mismo periodo se observa una disminución
desde los elementos situados a la izquierda del periodo, hacia los centrales,
para volver a aumentar el volumen progresivamente a medida que nos acercamos
a los elementos situados a la derecha del periodo.
En un mismo grupo, el volumen atómico aumenta
al aumentar el numero atómico, ya que al descender en el grupo
los elementos tienen más capas.
En general, cuando los elementos tienen volúmenes
atómicos pequeños, los electrones del nivel más
externo están fuertemente atraídos por el núcleo
y, por tanto, son cedidos con gran dificultad. Por el contrario, los
elementos de volúmenes atómicos elevados ceden sus electrones
de valencia fácilmente, ya que la atracción nuclear es
menor debido tanto a la mayor distancia como al efecto de apantallamiento
de los electrones internos.
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